Ya hablaba
antes que cuando no somos de DIOS era difícil actuar en
consecuencia con EL, pero es más delicado cuando somos de EL y
pretendemos actuar por nuestro lado en nuestra propia sabiduría.
Todo cuanto
está sucediendo y va a suceder en esta materia, es y será consecuencia de cada
uno de nuestros actos, no es cuestión de quien está sentado en el trono del
poder del país, del departamento, de la ciudad o de cualquier oficina responsable
de algo, es cuestión de que en lo básico, ósea yo, la primera acción y la más
importante, debe salir de esa “toda diligencia” que
debemos tomar a fin de “huir de la corrupción” y
poder ser partícipes de la naturaleza divina a la cual hemos sido llamados.
Ahora, esto
no es un acto de espontanea voluntad, es como dije, una consecuencia, y como
tal debemos, es necesario, estar preparados si deseamos que nuestros resultados
sean satisfactorios.
Para ellos
el apóstol Pedro nos muestra entonces, que para que podamos ser diligentes en
nuestras acciones en general, debemos poner: 5… toda
diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud,
conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al
dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a
la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. A fin de
ser consecuentes con la responsabilidad que debemos y queremos tener, pero como
dice también el apóstol Pedro, 9 Pero
el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego…
¿Somos
ciegos?
¿Seguimos
siéndolo?
¿Lo
seguiremos siendo?
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