Pablo,
abordando algunos de los problemas particulares que los cristianos enfrentaban
en la ciudad pagana de Corinto, toca este punto haciendo referencia a la
necesidad de entender que no somos más, ni menos, sino por su voluntad, y no
por capricho, como algunos pueden conceptualizar, sino para que "...
nadie se jacte... I Corintios 1:29", a fin de que
lo glorifiquemos.
I corintios
1:18-25: “Porque la palabra de la cruz es
locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es
poder de Dios.
Pues está escrito: “...Perecerá la sabiduría de sus sabios, y
se desvanecerá la inteligencia de sus
entendidos”. Isaías 29:14
¿Dónde está
el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No
ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que, en la sabiduría de
Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a
los creyentes por la locura de la predicación.
Porque los
judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos
a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los
gentiles locura; más para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder
de Dios, y sabiduría de Dios.
Porque lo
insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más
fuerte que los hombres”.
En mi
recorrido por su senda he encontrado que, en nuestra condición, recurrimos con
frecuencia a esos recuerdos, títulos y experiencias que denotan
"algo", a fin de salvar situaciones o ganar espacios. Nada hay más
cierto que somos lo que somos por su voluntad, nada más cierto que somos lo que
queremos ser... por su gracia, por su puesto.
Reflexionemos
acerca de nuestra condición a fin de desligar de nosotros todo afán, todo
protagonismo, toda arrogancia, todo orgullo, todo ego, de modo que vivamos, y
entendamos, su poder y sabiduría.
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